
En Navidad todo el mundo se vuelve paz, amor y consumismo.
Yo, alejada de eso, por las lucas y por detestar los centros comerciales llenos de gente y los villancicos que suenan incansablemente, no he comprado nada. La noche buena es para estar con mi madre y mi hermano, nada extravagente, cenar, conversar, algunos regalos, pero sobre todo relajo.
Hace 21 años mi mamá me contó que el Viejo Pascuero no existía, mi papá ya no estaba con nosotros y ella temía que no tuvieramos regalos esa Navidad, así que me puso sobre aviso.
Su temor fue infundado, porque precisamente, esa noche recibí más regalos que nunca en mi vida. Como a las nueve de la noche empezó el desfile de amigos de mi papá, vecinos, conocidos y otras personas que hasta hoy no sé quienes eran, comenzaron a llenar de regalos mi casa.
Mi hermano saltaba de felicidad al ver que entre sus obsequios había un auto a pedales!
Cuando se fueron todos, nos abrazamos, rodeados de papeles, juguetes y dulces, lloramos un rato y yo le dije a mi mamá que el Viejo Pascuero si existía, pero que no era un señor vestido de rojo y barba blanca. (la foto me la robé del la Página del Chere)
No soy creyente, pero si creo en las personas, en que los seres humanos en alguna parte somos capaces de amar sin egoísmo y entregar lo mejor.
Nunca dejo de pasar la Navidad con mamá y mi hermano.
Y tú, con quién pasas la Navidad?